
De pequeño me las encontraba en las escaleras que llevaban a la piscina de casa de mis abuelos en Villalba. Tuve una infancia muy feliz y ver a los pequeños insectos iluminando el cielo de la sierra madrileña me daba una sensación de plenitud y belleza.
Igual es una nimiedad para algunos, pero yo desde entonces no he vuelto a verlas. Y las echo de menos. Por eso les dediqué mi primer disco titulándolo "La resistencia de las luciérnagas" (The glow-worm's resistence).
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